viernes, 20 de marzo de 2009

Artículo de Kepa Osoro

Autor

Kepa Osoro

Carácter

Centro escolar

Nivel educativo

Todas las edades

Materia

Biblioteca





Introducción

El objeto de este artículo es ayudar a los docentes y bibliotecarios escolares a tener presente a la hora de planificar con qué fondos va a contar su biblioteca dos cuestiones básicas:

La diferente tipología de libros.

La necesidad de convertir la biblioteca en una auténtica mediateca y, por tanto, abrir sus puertas a un espectro amplísimo y flexible de materiales y recursos.

Pero, ojo, al constituir el fondo de la biblioteca escolar debemos tener en cuenta no sólo criterios cuantitativos sino también cualitativos; es decir, el fondo ha de ser sobre todo variado y equilibrado, aunque no sea posible inicialmente una gran amplitud. Hay que pensar en formar una colección coherente, rica en perspectivas, matices, tipologías textuales, variada en escritores e ilustradores, colecciones, géneros y soportes; y en la medida de nuestras posibilidades lucharemos por su actualización. Asimismo, habrá que tener un radar preciso para captar desfases conceptuales y formales y para localizar lagunas y materiales deteriorados que será preciso reparar inmediatamente o, en algunos casos, expurgar (sí: darlos para el reciclaje, que los libros no son sagrados).

Hoy en día resulta indiscutible que en una biblioteca, junto a los fondos bibliográficos, deben ofrecerse otros materiales. Exponemos a continuación la diversa tipología de recursos que sería fantástico que estuvieran en nuestras mediatecas escolares.

Materiales librarios

Estamos hablando de todos aquellas obras que vienen presentadas en el tradicional soporte bibliográfico. Aunque como se verá existen otros tipos de libros, vamos a centrarnos, sobre todo, en las obras de ficción y de no ficción.

1. Libros de ficción

También llamados de imaginación, son aquellos en los que el autor hace partícipe al lector del universo imaginario que él ha creado. El lector puede así penetrar en otras vidas diferentes a la suya y ampliar sus experiencias. Han de reunir ciertas características: los textos estarán adecuados a la competencia lingüística de los lectores; las ilustraciones serán sugerentes, variadas, invitarán a la observación y se coordinarán con el texto.

Los géneros de los libros de ficción son: la novela (fábulas, historias de animales, mitos y leyendas, aventuras, historia, fantasía, amor, terror, misterio, etc.), el cuento, la poesía y el teatro, aunque habría que situar de un modo un tanto independiente ciertas manifestaciones de la tradición popular (nanas, canciones de cuna, canciones de corro, trabalenguas, adivinanzas, fórmulas de juego…) que, por su valor rítmico y la presencia de la rima, se convierten muchas veces en el primer encuentro del pequeño con la poesía de calidad. En cualquier caso, en nuestra mediateca deberán estar presentes todos estos géneros literarios. Y como es de suponer que seremos una comunidad educativa con pocos medios económicos, escojamos con el mismo rigor y sentido común que ponemos cuando gestionamos las finanzas del hogar. Nada de comprar los libros por colecciones ni por autores, nada de guiarse sólo por los hit parade y la publicidad del momento: pongamos en nuestras estanterías un arcoiris de escritores e ilustradores, de colecciones y géneros, de temas y ambientaciones, de perspectivas y corrientes. Así el niño podrá elegir con la seguridad de que está conociendo si no todas al menos sí una considerable muestra de vías de acceso a la lectura literaria.

2. Libros de no ficción

Se encuentran en este grupo las obras de consulta que poseen carácter documental y de referencia. Habremos de considerar que estén actualizadas, que posean índices claros que faciliten la búsqueda de determinada información, que sus textos estén adecuados a las capacidades de los usuarios y que posean elementos gráficos (mapas, esquemas, imágenes…) que enriquezcan el texto y favorezcan la comprensión.

Los libros documentales comunican hechos científicos, técnicos, históricos, geográficos, etc. Hacen posible el descubrimiento del mundo que nos rodea, ayudan a situarse en él y a satisfacer la curiosidad del lector y a resolver sus dudas. Pero no podemos olvidar que además de un material excelente para la investigación en el aula, para muchos niños son una auténtica (y a veces única) fuente de placer lector.

Estos libros no sólo estarán al alcance de los chicos más mayores; desde Educación Infantil podrán acceder a ellos; eso sí, para los prelectores y lectores incipientes la sencillez expositiva y gráfica serán prioritarias; a medida que el nivel lector y la edad sean mayores el libro documental será más preciso y actualizado en su información, sin olvidar por ello que un buen libro debe despertar la curiosidad del lector, incitar a la investigación y a profundizar más en el tema tratado.

Contaremos, pues, con libros documentales adaptados a las diferentes edades y también relativos a las diversas áreas de conocimiento, no sólo a las Ciencias Naturales: libros sobre animales, plantas y fenómenos naturales, sí, pero también sobre descubrimientos, inventos, experimentos, países y pueblos lejanos, cultura y tradición artística y musical, etc.

El bibliotecario se encargará también de elaborar dossiers documentales, tanto para los niños como para los maestros, en los que recogerá información sobre asuntos de plena actualidad y referida a temas locales, del barrio o de la comunidad educativa, ya que será difícil encontrar nada editado al respecto.

Los libros de referencia son obras de carácter general y su presencia en una biblioteca escolar es imprescindible como ayuda al estudio y apoyo a la investigación. Hay dos tipos de obras de referencia o consulta: las que proporcionan directamente la información que se busca (diccionarios, atlas, enciclopedias, anuarios, monografías) y aquellas que remiten a otras (bibliografías, catálogos). ¿Básicos? Enciclopedia infantil y general, diccionarios de la lengua española, autóctona y extranjera presente en el currículo y de sinónimos y antónimos.

Entre las obras de No Ficción podemos situar también las obras de consulta de cada área curricular, que sirven de apoyo al libro de texto; los libros con juegos (poseen una clara dimensión lúdica al tiempo que estimulan la capacidad sensorial y el razonamiento infantil) y las diversas obras para profesores (de consulta, formación y literatura).

Difícil resulta clasificar los cómics entre los materiales librarios o no librarios porque hay opiniones para todos los gustos. Por eso los ubicamos en esta exposición topográficamente en la frontera entre unos y otros. Absurdo nos parece el debate porque lo que sí nos parece incuestionable es su idoneidad como materiales de lectura, ya que contienen todos los requisitos para despertar la motivación lectora de los niños y jóvenes: propuesta gráfica atractiva, policromática y ágil; textos breves, con un lenguaje significativo y cercano al mundo infantil y juvenil. Eso sí, busquemos historietas de calidad en su parte gráfica y en la expresividad y rigor de sus textos.

Materiales no librarios

Penetramos aquí en un universo infinito de materiales y recursos que pueden y nos atreveríamos a decir «deben» estar presentes en nuestra mediateca escolar. No desconocemos, no obstante, la realidad de nuestras escuelas e institutos y por tanto reconocemos que en muchos entornos y realidades algunas de las propuestas que vamos a hacer sonarán a música celestial. Pero en cualquier caso bueno es tener un horizonte nítido y estimulante hacia el que dirigir nuestra labor docente y difusora de la lectura y la cultura. Cuando lleguemos a él dependerá de cada contexto y de la voluntad de los agentes que intervienen en el proceso… y de los presupuestos.

Eso sí, no olvidemos que los materiales y recursos en sí mismos no tienen ningún sentido ni virtud; dependen del uso pedagógico y didáctico que le den maestros, bibliotecarios y, sobre todo, niños y jóvenes. De nada sirve llenar nuestros espacios de lectura del más rico catálogo de tecnologías punta si el mediador sociocultural no sabe emplearlos de forma conveniente y creativa.

Abra el lector el paraguas porque ahí va nuestra lluvia de ideas.

Medios audiovisuales: Entrarían aquí todos esos recursos que se apoyan en la imagen y el sonido como refuerzo de la palabra para transmitir conocimiento y placer a los sentidos: vídeo, televisión, casetes, discos compactos, diapositivas, transparencias, cd-fotos, etc.

Informática: No hace falta insistir en el atractivo que tienen los materiales informáticos para los niños y jóvenes. Ellos son usuarios de estas tecnologías en muchos hogares y sus cualidades y capacidades de manejo son asombrosas. Aprovechémoslas. Contemos con ordenadores con bases de datos, procesadores de texto, conexión a Internet, juegos didácticos para PC, enciclopedias multimedia en CD-Rom, escáner, etc.

Material de creación plástica y mecánica: No olvidemos que en la mediateca también estarán presentes los otros lenguajes y las diversas formas de expresión y comunicación: plástica, musical, dramática, tecnológica, etc.

Material de apoyo para NEE: por ley y, sobre todo, por justicia y honestidad personal, contaremos en nuestra mediateca con materiales ricos y estimulantes para aquellos alumnos que posean alguna necesidad educativa especial o sufran algún tipo de discapacidad.

Material didáctico: juegos educativos que inviten a la interacción, la integración, el enriquecimiento, el juego simbólico y el estímulo multisensorial, la exploración y la investigación: puzzles, construcciones, instrumentos musicales y de medición, material plástico, dominós, lotos, ábacos, animales, alimentos, muñecos, juegos de mesa…

Disfraces y marionetas: el juego dramático y la dramatización son vehículos inmejorables para la expresión y la comunicación entre los niños. Pueden servirnos también para trabajar los lenguaje no verbales y para la puesta en escena de textos literarios o elaborados por los propios niños. Por eso la mediateca contará con marionetas de guante, de hilo, de teatro chino, de sombras y con todo tipo de objetos que puedan ser utilizados para disfrazarse (zapatos, ropa, sombreros, pañuelos, máscaras, caretas, etc.).

Publicaciones periódicas: periódicos y revistas de edición internacional (como apoyo al aprendizaje de las lenguas extranjeras), nacional (para trabajar los distintos bloques de contenidos de las áreas curriculares) o local (como medio de favorecer la integración de la biblioteca y la escuela en el entorno sociocultural). También contaremos con revistas de todo tipo: deportivas, infantiles y juveniles, de coches y motos, de ocio y tiempo libre, de manualidades, etc. Asimismo, habrá revistas profesionales para maestros y suplementos infantiles de periódicos.

Material gráfico: mapas, láminas, imágenes, tarjetas, postales, fotografías… Es decir, todo aquel material que muestre ilustraciones estimulantes y atractivas, tanto por su propuesta plástica como por su contenido, y que pueda contribuir a la educación estética y al gozo de los sentidos.

La infraestructura para organizar un pequeño centro de documentación: en resumen, creemos estar hablando de que la dotación de materiales y recursos de nuestra mediateca tiene que tender a convertirla en un pequeño pero científico centro de documentación escolar.

Materiales creados por los alumnos: ponemos en último lugar con toda la intención todos aquellos poemarios, libros documentales, periódicos, libros gigantes o minúsculos, trabajos de investigación, materiales de apoyo a la iniciación a la lectura y la escritura, cartas de amor, ensayos, etc. elaborados por los propios chicos y chicas. Y los colocamos como cierre de este artículo no por considerarlos «menores» o carentes de interés en comparación con los demás materiales y recursos de nuestra mediateca, sino para que el lector cuando cierre este enlace electrónico se quede saboreando nuestra postrera reflexión: en un lugar privilegiado y con un peso específico en lo ornamental y lo afectivo, hemos de situar en la mediateca todas las producciones de los niños y jóvenes que la visitan porque será la mejor manera de demostrarles que les consideramos protagonistas y artífices de todo el proceso de aprendizaje que se cuece en la escuela.

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